RESUMEN EJECUTIVO - I TRIMESTRE 2014

 

Los datos correspondientes al primer trimestre muestran un significativo retroceso en la actividad económica, explicado principalmente por la caída de la industria –liderada por el desplome de la producción automotriz- y, en menor medida, de la construcción. Según informa el propio INDEC, la economía acumula dos trimestres consecutivos de caída leve, lo cual implica que ha entrado técnicamente en recesión.

El combo de medidas de ajuste implementadas por el gobierno en lo que va del año contribuyó a profundizar sustancialmente el cuadro recesivo que se configuraba en la economía. La brusca devaluación de fines de enero, que tuvo como efecto inmediato un salto inflacionario, recortó fuertemente el salario real, las jubilaciones y otros ingresos fijos en pesos, como la asignación universal por hijo (AUH), en el primer trimestre del año. Esto, junto con la abrupta suba de las tasas de interés, ha impactado negativamente en el consumo.

En adelante el panorama no luce más alentador; dado el objetivo explícito que tuvo el gobierno de imponer un techo bajo a las paritarias, la mayoría de los convenios salariales cerrados arrojaron aumentos (nominales) que se ubicaron entre 5 y 10 puntos porcentuales (p.p.) por debajo de la inflación proyectada para el año, sin contar la pérdida no compensada de los acuerdos realizados en 2013. En la misma línea, el gobierno otorgó una “suba” del 11% a los jubilados (la próxima será en septiembre) y un “aumento” del 28% a los empleados estatales, también muy por debajo de la inflación. Únicamente, hace unos días, anunció una esperada recomposición de la golpeada AUH. Entre las restantes medidas de ajuste, se destacó el aumento de las tarifas de gas y agua; también, la fuerte suba de precios regulados por el gobierno, como el transporte, y los combustibles (estos últimos aumentaron un 20% en el primer trimestre del año, acumulando en marzo una suba anual superior al 50%). Este combo de medidas conduce a que, en el escenario más probable, la actividad económica cierre el año promediando una caída; la magnitud dependerá de la profundización de las políticas recesivas, y de otras variables que condicionan fuertemente nuestra economía (crecimiento de Brasil y precio de la soja, entre las más importantes). Por el momento, se espera un retroceso moderado, por debajo de la fuerte caída observada en 2009; a diferencia de ese año de sequía y recesión mundial, en 2014 la cosecha de soja sería récord, vendiéndose a precios elevados, y el mundo en su conjunto crecerá, según diversas estimaciones.

En este marco recesivo de la economía argentina, el mercado laboral argentino continuó estancado en el primer trimestre de 2014, exhibiendo la curiosa simultaneidad de una baja de la tasa de desempleo (que se ubicó en el 7,1%, contra el 7,9% de 2013) y de la de empleo, en la comparación contra el mismo trimestre del año anterior. Esta anomalía se explica por una menor tasa de actividad: de no haberse registrado esta disminución en el número de argentinos que no teniendo trabajo lo buscan activamente, se hubiese constatado un alza en el desempleo (al 8,1%), habida cuenta de la muy escasa creación interanual de puestos de trabajo (alrededor de 25.000, para una población total que se supone aumentó en 400.000 personas).

GERES calcula una medición más abarcativa sobre el problema de la desocupación, que incluye a los infraocupados, a quienes trabajan por sueldos ínfimos y a los desocupados "desalentados". Esta tasa resulta ser 2,5 veces mayor que el dato de desempleo abierto del INDEC, y se estima que afecta a 2,7 millones de personas.

Desde la publicación del primer informe de GERES (mediados de 2013), analizamos que el estrangulamiento de la balanza de pagos (la llamada “restricción externa”) se constituía como un condicionante fundamental de la economía nacional, imponiendo un techo muy bajo al crecimiento. Se trata de la insuficiencia en el ingreso de divisas para poder cubrir simultáneamente las importaciones (industriales y de energía), la demanda de divisas para turismo y ahorro, las transferencias de capital al exterior, y el pago de la deuda en moneda extranjera, situación que derivó en una fuerte y sostenida sangría de las reservas. El estrangulamiento externo emergió con fuerza hacia mediados de 2011, a pesar del notable incremento en los términos del intercambio que favoreció a nuestro país entre 2002 y 2012 de la mano de la soja, y es la principal causa del estancamiento que atraviesa la economía argentina desde fines de 2011. En ese sentido, en medio de la recuperación que exhibía la economía en abril-junio de 2013, alertamos que la misma era transitoria y difícilmente se sostendría en el tiempo.

Como resultado del creciente déficit en las cuentas externas, en 2013 las reservas internacionales derraparon U$S-12.691 millones. Sólo en enero de este año, la merma ascendió a U$S-2.851 millones, poniendo en evidencia una vez más el fracaso de la política de parches aplicada por el gobierno desde fines de 2011 para intentar frenar la sangría de divisas. En consecuencia, el gobierno finalmente implementó este conjunto de medidas recesivas, que son la típica respuesta de corte ortodoxo a la situación de estrangulamiento de la balanza de pagos, lo cual le ha permitido recomponer ligeramente el nivel de las reservas. El objetivo es enfriar la economía, para intentar relajar el déficit de las cuentas externas, principalmente mediante la reducción de las importaciones, y con ello, tratar de estabilizar el nivel de reservas, a costa de descargar la inflación y el ajuste sobre los sectores populares. Con esto trata de ganar tiempo y pilotear con los menores sobresaltos posibles en materia cambiaria la marcha al 2015, mientras acelera diversas gestiones que apuntan a la búsqueda de financiamiento externo, ya sea mediante endeudamiento o ingreso de capitales para invertir en explotación petrolera u otras áreas. En esta línea se enmarcaron los arreglos en el CIADI, el flamante acuerdo con el Club de París, el pago a Repsol y la “nueva metodología” del IPC a pedido del FMI. Por otro lado, si bien el gobierno ha mantenido el tipo de cambio oficial relativamente estable (en torno a los 8 pesos) con posterioridad a la abrupta suba de enero, se espera que retome el ritmo de devaluación del peso en los próximos meses, ante la creciente apreciación cambiaria que genera la inflación.

Las exportaciones llevan dos años estancadas, y 2014 no será la excepción; en el escenario más optimista, tendrán un aumento nulo, a pesar de la fuerte suba del tipo de cambio en enero, y de la gran cosecha de soja (posiblemente récord), que se venderá a precios elevados. Dado el pobre desempeño exportador, es de esperar que el gobierno continúe aplicando fuertes restricciones a las importaciones, con el objeto de cuidar el cada vez más deteriorado (e incierto) saldo comercial y así limitar la pérdida de reservas, afectando la actividad industrial, altamente dependiente de insumos y tecnología extranjeros. La otra parte del ajuste en las importaciones la llevará a cabo la menor actividad económica.

Cabe destacar que, si bien ya no juega tan a favor como antes, el mundo no se nos cayó encima, como sostenía el gobierno. La principal variable de nuestra primarizada economía, la soja, ha mantenido firme su precio en niveles elevados, de la mano del sostenido aumento de la demanda china. El FMI proyecta que, con excepción de Argentina, Brasil y Venezuela, los demás países de la región crecerán entre un 2,8% y un 5,5% en 2014; el mundo en su conjunto crecería un 3,6% (a diferencia de la crisis de 2009, cuando la economía mundial retrocedió un -0,4%). A su vez, la Reserva Federal de EEUU mantiene su tasa de interés de referencia cercana a cero. Debe remarcarse también que la merma en la producción automotriz -por lejos el sector de la industria más golpeado- en el primer trimestre se debió, en parte, a la disminución de las ventas a Brasil, tal como afirma el gobierno; no obstante, la mayor proporción de la misma residió en la menor demanda local.

Como señalamos en el informe previo, esta situación de enorme déficit externo y estancamiento prolongado de la economía pone de manifiesto los acotados límites que posee la estructura económica vigente, basada fundamentalmente en el monocultivo de soja, industrias dependientes como la automotriz y la aceitera, y el extractivismo minero.

El fenomenal incremento en los términos del intercambio contribuyó a correr el límite de la “restricción externa”, financiando el crecimiento de la economía a tasas altas durante el período 2002-2008 y el año 2010. Pero la explosión de la crisis energética, los cuantiosos pagos de deuda con reservas, y la creciente apreciación cambiaria -producto de la alta inflación- que derivaron en una descomunal fuga de capitales, precipitaron el estrangulamiento externo de la economía, que encuentra sus causas estructurales en el desarrollo industrial deformado y dependiente de la economía argentina.

Sobre el cierre de este informe, el gobierno finalmente alcanzó un acuerdo con el Club de París, en el cual se compromete a pagar U$S9.700 millones más intereses, en un plazo de 5 a 7 años, debiéndose cancelar el 90% del monto total durante la gestión del próximo gobierno. Este acuerdo implica además un aumento de la deuda reconocida de U$S3.200 millones, respecto al monto de U$S6.500 millones que informaba el propio Club de París al 31 de diciembre de 2012. Esta nueva deuda se suma a la generada por la emisión de bonos para el pago a Repsol, de U$S5.000 millones más intereses.

Tal como ocurrió con el conjunto de la deuda externa durante la era “K”, el gobierno compromete al país a pagar una deuda gigantesca, originada principalmente durante la última dictadura, sin que el Congreso investigue su legitimidad. Esto, a pesar de las numerosas investigaciones realizadas al respecto, empezando por la de Alejandro Olmos, que demuestran un sinfín de maniobras ilegítimas y fraudulentas en torno al manejo de la deuda externa, además del fallo judicial del año 2000, que ratifica dichas irregularidades, y que duerme actualmente en los cajones del Congreso.

De esta forma, con el reconocimiento de la deuda con el Club de París, que se suma a la emisión de bonos para pagar a Repsol, el gobierno se aleja definitivamente del relato del desendeudamiento, sin haber negociado ni siquiera una quita y, como ya se comentó previamente, sin investigarla. Como parte de la búsqueda de inversiones y de endeudamiento para aliviar el déficit externo, el gobierno paradójicamente compromete al país con fuertes pagos de deuda en un plazo muy corto, que serán una pesada carga, difícil de solventar, para las complicadas cuentas externas en los próximos años.