RESUMEN EJECUTIVO - II TRIMESTRE 2015



Cristina Fernández se acerca al final de su segundo mandato con un nivel de actividad económica similar al que se observaba a su inicio, cuatro años atrás. Esta situación de estancamiento prolongado -que adquirió tintes recesivos en 2012 y más agudamente durante 2014- se encuentra estrechamente ligada al estrangulamiento de la balanza de pagos, que ha resultado en una vertiginosa caída de reservas a partir del año 2011. Dicha merma recién pudo ser frenada precariamente durante el año pasado, a costa de un programa de ajuste de corte ortodoxo que impactó negativamente en la actividad (retrocedió -2,6% según el indicador IGA), con la consecuente retracción de las importaciones; en paralelo, se profundizaron las restricciones a las compras desde el exterior, afectando con ello a la dependiente industria local. Sin embargo, la menor actividad económica y las restricciones comerciales por sí solas no alcanzaron; la estabilización de las reservas se ha logrado en gran medida gracias a la línea de crédito con China (swap de monedas) y a otros conceptos de carácter transitorio que contribuyen a “maquillar” su nivel.

Durante el segundo trimestre de este año la actividad económica experimentó una leve suba en el margen (0,5% respecto del trimestre previo y 1,0% anual según el IGA), favorecida por el impacto positivo de la cosecha récord de soja y una significativa recuperación de la construcción. Por su parte, la actividad industrial encontró un freno en su caída, pero con una evolución desigual a su interior; en particular, la siderurgia registró el mayor retroceso, seguida de la producción automotriz, que acumuló ocho trimestres consecutivos de declinación. De esta forma, la producción industrial permaneció estancada en un nivel similar al de mediados de 2010, lo cual contrasta notoriamente con el relato “industrialista” de la actual gestión. Por el lado de la demanda agregada, el consumo privado exhibió un ligero repunte, luego del bajón experimentado el año pasado. La inversión bruta interna también avanzó en la comparación anual; no obstante, se mantiene estancada en los mismos niveles de 2011.

Influyó en el mejor desempeño del consumo una importante recomposición de las jubilaciones, la AUH y el Progresar. En el primer caso los haberes se recuperaron considerablemente con las últimas dos subas, luego del fuerte recorte que sufrieron durante 2014, aunque no llegaron a retornar al nivel previo a la devaluación de ese año. En el mismo sentido marcharon la AUH, el único ingreso popular que en 2014 no perdió poder adquisitivo, y el monto otorgado por el PROGRESAR. En cuanto a la evolución del salario real, durante el segundo trimestre su variación fue nula respecto de igual período de 2014, arrastrando así la pérdida de poder adquisitivo de aquel año. Un monitoreo de los acuerdos paritarios de 2015 muestra que se configuró la situación que declaraban como “deseable” los Ministerios de Economía y Trabajo (aumentos en torno al 27/28%, “techo” que superaron únicamente los sectores de trabajadores que llevaron adelante luchas titánicas). Esta cifra desgraciadamente no permite prever que durante la vigencia de dichos acuerdos el poder adquisitivo del salario retorne a los niveles de 2011-2013, pese al descenso de la inflación, que se ubicó en torno al 26% anual según las mediciones que considera GERES. Sin embargo, por cierta demora temporal en los arreglos, el grueso de los incrementos comenzó a implementarse de forma anormalmente tardía: el crecimiento nulo del salario está explicado por ese hecho, con lo cual sí resulta previsible para el próximo trimestre algún aumento real más sustantivo en términos anuales.

Al igual que lo acontecido con el salario real, la evolución del desempleo tampoco mostró mejoras relevantes en el segundo trimestre de 2015. Mientras que el INDEC informa de manera inverosímil que tras cuatro años de estancamiento económico la Argentina se encuentra en uno de los puntos de menor tasa de desempleo de los últimos 25 años, desde GERES la estimamos en un respetable 9,1%, apenas por debajo de igual período de 2014. Este guarismo surge de considerar una tasa de actividad más razonable que la computada por el organismo oficial, que postula desde 2013 una masiva y nunca explicada retracción de la voluntad de trabajar por parte de los argentinos (generando la baja del desempleo involuntario). Mientras tanto, la “Tasa de Argentinos Desesperados por el Desempleo” calculada por GERES, en la idea de estimar la población ubicada en las más dramáticas posiciones del mercado laboral, continúa ubicándose en torno al 18% de la población económicamente activa (dato que por cierto debiera ser revisado al alza dadas las crecientes inconsistencias de la fuente oficial).

En cuanto a la evolución de las cuentas públicas, durante el segundo trimestre la recaudación impositiva mostró una leve aceleración en términos reales, achicando así la brecha entre el aumento de los recursos tributarios y el gasto primario del Sector Público Nacional, que pasó de 10 puntos porcentuales en el primer trimestre a 8 en el segundo. Los recursos se elevaron principalmente por el mayor dinamismo de los ingresos relacionados con el impuesto a las ganancias, lo cual obedeció en gran medida a la falta de ajuste de las bases imponibles, y con el IVA, reflejo del mejor desempeño del consumo. Como resultado de estas cifras, en el primer semestre el resultado primario acumuló un saldo negativo de $ 73.200 millones, mientras que el resultado financiero exhibió un rojo de $ 133.800 millones, duplicando el déficit observado en igual período de 2014 (sin contabilizar la transferencia de utilidades del Banco Central). La mayor brecha fiscal se financió con un notable incremento de la emisión monetaria y con la colocación de deuda pública al sector privado.

Por otro lado, continuaron agudizándose los desequilibrios del sector externo. Las exportaciones profundizaron su caída en el segundo trimestre (-19,7% anual), debido a la evolución negativa de los precios, en tanto las cantidades tuvieron una variación nula; las ventas al exterior acumularon así un descenso del -17,9% en el primer semestre. Dado el menor retroceso de las importaciones (-13,5%) el saldo comercial que informa el INDEC apunta a quedar virtualmente evaporado este año. Sin embargo, incluso estos números desfavorables también incluirían cierta manipulación. De acuerdo a la base de usuarios del propio INDEC (que no es pública, y que contratan algunas consultoras) en el primer semestre de 2015 el saldo se ubicó en terreno negativo (U$S -700 millones), resultado que indefectiblemente empeorará con el correr del año, siendo deficitario por primera vez desde 1999.

Las reservas del Banco Central (BCRA) finalizaron el segundo trimestre -período de mayor liquidación estacional de “agrodólares”- en U$S 33.851 millones, U$S 2.362 millones por encima del trimestre previo. Esta expansión fue posible gracias al mayor endeudamiento del gobierno mediante colocaciones de Bonar 24, nueva ampliación del swap con China, colocación de Obligaciones Negociables de YPF y deudas provinciales por un total de U$S 9.700 millones. Si se depuran del nivel informado por el BCRA los encajes de los depósitos privados en dólares, pasivos de corto plazo (swap con China) y otros conceptos de carácter transitorio (pagos de bonos impedidos por el Juez Griesa, DEGS y CEDINES), las reservas “netas” se ubicaban en casi U$S 14.000 millones, unos U$S 3.500 millones por debajo del trimestre anterior; dicho monto expresa los recursos propios del BCRA para afrontar pagos en moneda extranjera.

En consecuencia, el gobierno ha intentado compensar el insuficiente flujo de divisas por la vía exportadora recurriendo a un fuerte endeudamiento en moneda extranjera para tratar de morigerar el déficit de las cuentas externas y llegar a octubre sin sobresaltos cambiarios. No obstante, la estrategia oficial cuenta con un acotado margen de maniobra para incrementar importaciones, en pos de acompañar cierta recuperación del consumo y la inversión en estos meses preelectorales. Es que adicionalmente el BCRA debe abastecer la acelerada demanda de divisas para ahorro y turismo -incentivada por la creciente apreciación cambiaria- para intentar contener el dólar “blue”, a la vez que restan afrontar vencimientos de deuda por un monto aproximado de U$S 8.000 millones, incluidos unos U$S 6.200 millones correspondientes al Boden 2015 en octubre (si no prospera algún intento de refinanciación).

En adelante, el panorama exportador luce poco promisorio. La desaceleración de la economía china y el nuevo desplome del precio del petróleo actúan en detrimento del valor de las materias primas, en particular de la soja, ya fuertemente golpeada por la recomposición de la oferta global (gran producción en EEUU y en Sudamérica) y la revalorización del dólar a nivel mundial. Por otro lado, la cosecha local, que este año fue récord, difícilmente volverá a serlo en 2016. Brasil entró en recesión y no se vislumbra una recuperación de su economía el próximo año, lo cual continuará impactando negativamente en nuestras ventas de productos industriales. Del mismo modo, la sostenida apreciación del tipo de cambio real (TCR) -producto de la elevada inflación local y la devaluación de nuestros principales socios comerciales, a la vez que se mantiene cuasi fijo el tipo de cambio nominal oficial- contribuye a deteriorar aún más el resultado de la cuenta corriente; en particular, durante el segundo trimestre el TCR bilateral con Brasil que calcula GERES se redujo un -30,6% anual mientras que el correspondiente a China hizo lo propio en un -10,2% anual.

Si bien el gobierno ha logrado una precaria “estabilización financiera” en base al combo de menor actividad, endeudamiento y tipo de cambio nominal cuasi fijo, la extrema fragilidad de las cuentas externas, junto a la altísima inflación en dólares derivada de la “tablita del 1%”, generan una gran incertidumbre cambiaria para el período pos electoral. En este marco, la situación de estancamiento en que se haya sumida la economía argentina desde 2011 carece de fundamentos para revertirse durante el próximo año; en ese sentido, el ritmo de la actividad económica continuará estando fuertemente condicionado por la complicada situación de las cuentas externas.