RESUMEN EJECUTIVO - II TRIMESTRE 2017



En el segundo trimestre de 2017 la actividad económica local continuó con el repunte que empezó a mostrar desde fines de 2016. Según el INDEC, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) avanzó un 2,7% interanual (i.a.), y un 0,8% respecto del trimestre previo (t/t) tomando la serie sin estacionalidad (s.e.). En tanto, el Indicador Sintético de Actividad GERES (ISAG) registró un aumento del 2,3% i.a. y del 0,5% t/t (s.e.).

El actual repunte se encuentra ligado al fuerte crecimiento de la construcción, apuntalada por un gran incremento de la obra pública, luego de la aguda caída que registraron ambas variables en 2016; al sector agropecuario (cosecha de granos récord y aumento en la producción de carnes); la reanimación de varias ramas de la industria, lideradas por la metalmecánica; yal crecimiento de los diversos rubros deservicios(destacándose transportes y comunicaciones, e intermediación financiera, entre otros).

El avance que observa el nivel general de actividad económica no se tradujo aún en una mejora sustantiva del consumo privado, al menos en los circuitos tradicionales de consumo masivo relevados en el informe (supermercados, shoppings y comercios minoristas). En cambio, la inversión en equipo durable de producción -además de la referida a la construcción- exhibió un mayor dinamismo, especialmente en lo que respecta al segmento importado.

Si bien la inflación descendió en comparación con el pico de 2016, aún continúa en niveles galopantes, y por encima de la meta anunciada por el BCRA: en los últimos 12 meses el nivel de precios se incrementó un 22%, mientras que hasta julio de 2017acumuló 13,4 puntos porcentuales (p.p.), de los cuales 4,8 p.p. pertenecen al segundo trimestre. Este ritmo inflacionario eliminó toda posibilidad de recomposición salarial durante el primer semestre: comparando con igual lapso de 2016 el salario real promedió un 0,8% menos, aunque invirtiendo el signo en el segundo trimestre (+1,4% i.a.). Esta reciente mejora interanual, de todos modos, no valida la idea de que "el salario le gane por goleada a la inflación en 2017", como postulara Nicolás Dujovne, habida cuenta además de que buena parte de los aumentos paritarios ya están contabilizados y que se vislumbran nuevos ajustes tarifarios en el horizonte cercano.

Esta situación salarial convive con un mercado de trabajo en estado calamitoso. Sin grandes cambios respecto de la situación previa, los "Argentinos Desesperados por el Desempleo" (medición de GERES que contabiliza a los trabajadores en pésima situación) superó el tercio de la PEA, siendo que el subconjunto de los directamente "desocupados" (considerando un criterio más amplio que el del INDEC) configuran una tasa de desempleo del 14%.

En el plano fiscal, en el primer semestre la tasa de variación de los ingresos (+32,0% i.a) se ubicó levemente por encima de la evolución nominal del gasto primario (+31,5% i.a). En lo relativo a la política fiscal, se destacó la implementación de una nueva ronda de aumentos en las tarifas de los servicios públicos (luz, gas y agua), que permitió ajustar el gasto en subsidios en un 40% en términos reales. No obstante, la actualización de otras partidas presupuestarias -asignaciones familiares, reparación histórica a jubilados y transferencias a provincias- y la aún floja recaudación tributaria limitaron la reducción del déficit primario. En lo queda del año, el repunte de la actividad económica permitiría cumplir la meta de reducción del déficit primario fijada por el gobierno (de 4,6% del PBI en 2016 a 4,2% en 2017). Por su parte, el creciente financiamiento del rojo fiscal con endeudamiento impacta negativamente en mayores pagos de intereses por dicho concepto, los cuales crecieron un 70% en el primer semestre. Computando el gasto total en intereses de la deuda (2,5% del PBI), durante este año el déficit financiero se ubicaría en un nivel similar al registrado en 2016 (6,6% del PBI).

El ciclópeo déficit de las cuentas públicas continúa condicionando la política monetaria del Banco Central, sustentada en el régimen de metas de inflación: los adelantos transitorios y el creciente endeudamiento en moneda extranjera para financiarlo-siendo que estos dólares son adquiridos por la autoridad monetaria para reforzar las reservas y regular el mercado de divisas-alimentaron el “excedente monetario”, a pesar de la profundización del proceso de esterilización. Así, el stock de LEBAC dio un nuevo salto al ubicarse -al cierre de agosto- en la friolera de $951.584millones, superando en un 15% el actual nivel de reservas. No obstante, el endeudamiento externo no compensa el peligroso crecimiento de la fuga de capitales, que deteriora aún más las cuentas externas, y que contribuyó a acelerar la depreciación del tipo de cambio desde el mes de junio. En este marco, el BCRA le puso un techo a la escalada del dólar interviniendo en el mercado cambiario y endureciendo nuevamente la política monetaria, con una suba de la tasa de interés de referencia al 26,25%.

En lo referido a las cuentas externas, continuó agudizándose el déficit en el comercio de bienes, que acumuló un rojo de U$S 3.428 millones en enero-julio de este año, lo cual implicó un notable deterioro de casi U$S4.500 millones en comparación con igual período de 2016. Este descalabro externo es el resultado de la aceleración de las importaciones (+15,4% i.a.) y de un virtual estancamiento de las exportaciones (+1,4% i.a.) en dicho lapso. De proseguir la actual tendencia, el déficit de 2017 podría superar los U$S 6.000 millones, desde el saldo positivo de U$S 2.124 millones observado el año pasado. Sumando el saldo negativo, también agravado, de los restantes rubros de la cuenta corriente de la balanza de pagos (servicios -donde pesa fuertemente el turismo- rentas y pago de intereses), el déficit de la misma rondaría un 4% del PIB este año, empeorando más de un punto porcentual con relación al resultado observado en 2016 (-2,8% del PIB), y constituyéndose como el más elevado desde 1999.

Del mismo modo, en el trimestre bajo análisis continuó el desequilibrio de la cuenta corriente cambiaria (base caja), debido a la incidencia del saldo deficitario de las operaciones por servicios y rentas, que no logró ser compensado por el cada vez más reducido superávit de la cuenta mercancías. Adicionalmente, el sector privado no financiero reportó una salida neta de divisas por unos U$S 2.900 millones, de los cuales U$S 2.300 millones respondieron a la compra neta de billetes (adquisiciones asociadas a la fuga de capitales). El financiamiento de los desequilibrios, una vez más, provino del endeudamiento público, pero esta vez acompañado de una desacumulación de reservas internacionales por U$S 2.528 millones.

Más allá de los buenos augurios de Macri (“la economía argentina está creciendo luego de cinco años de estancamiento”), la realidad es que el “crecimiento” observado actualmente se inscribe aún en este contexto de estancamiento prolongado, que viene alternando caídas en los años pares con subas en los años impares (electorales). Así, la previsión de suba para este año (podría estar en torno al 2,5%) no haría mucho más que compensar el descenso de 2016 (-2,2%), tal como viene aconteciendo desde 2012; en este escenario, la economía no haría más que retornar a niveles similares a los registrados en 2013 y 2015. Poder hablar de un nuevo ciclo de crecimiento, que deje atrás el marco más amplio de estancamiento prolongado, conlleva mucho más que este nuevo repunte respecto de un año recesivo; sólo si la recuperación logra consolidarse en el tiempo significará entonces un crecimiento genuino.

No obstante, los gigantescos déficits gemelos (fiscal y de cuenta corriente) se constituyen como serios condicionamientos al respecto. En particular, a mayor crecimiento económico mayor será el requerimiento de importaciones, lo cual elevará la presión sobre las complicadas cuentas externas, y en consecuencia, el agujero a financiar con dólares prestados. Si bien el gobierno aún tendrá margen para seguir apelando a la emisión de deuda y financiar así ambos déficits, el acelerado ritmo de endeudamiento actual -crecientemente en moneda extranjera- resultará cada vez más difícil de mantener.

En este marco de enormes déficits fiscal y externo, de un contexto mundial mucho más adverso que el registrado en la década pasada -en particular, con precios de commodities ostensiblemente más bajos y una situación económica aún difícil en Brasil-, y dado el rumbo de política económica del gobierno orientado hacia el ajuste, cuesta vislumbrar factores que puedan afianzar en el tiempo el repunte que evidencia actualmente la economía local.